lunes, 31 de marzo de 2008

Por "Bolero"

Soy muy escéptico al momento de dar una “bola”, ya que uno no conoce ni sabe las intensiones del beneficiario de la misma, pero, como hijo de Dios y pasador de trabajos aquí en la tierra, me consideré hasta un día ser un “bolahabiente” una especie de ayudador de situaciones. Saliendo de mi casa me encontré con una hermana de la iglesia donde asiste mi mamá, ésta aprovechó mi casi salida para concluir la conversación como mi progenitora y coincidir conmigo. Yo iba para “afuera” y mi mamá de manera inconsulta me la endosó. En el camino el clásico saludo, como le va y su saludo que concluyó con el casi inevitable por donde usted va? y me dice: “derecho”, me quedé por unos minutos callado yo iba también derecho. Me habló del Señor, del propósito que tiene conmigo, que le entregue mi vida, bla, bla, bla. Dejé a la creyente en Cristo en la Av. Núñez De Cáceres y continué mi ruta sin problemas. Al otro día, mientras me visto, escucho a la ferviente cristiana, hablando con mi mamá y preguntando por mí, y su hijo? Ya se va?, yo creo que sí, déjeme ver. En ese momento se me metió un calor interno, nuevamente la misma perorata, -pero no era por la bola-, sino con la alevosía, acechanza y mala fe con que me espera todos los días subsiguientes para irse conmigo, inventé varias maneras de safarme de ella y ninguno tuvo resultado. Últimamente me estaba levantando más temprano con el ánimo de evadirla, esto resultó por dos días, pero no podía controlar mi reloj biológico. Un día salí y no la encontré, no me sentía feliz por ello pero tampoco me sentía triste; pero la vi varias cuadras caminando con un bulto en las manos, me hice que no la vi y crucé raudo y veloz; pocos metros más adelante casi se me tira un motoconchista en frente, me hizo seña de que me pare, no veía bien porque el sol me daba de frente y yo no tenía lentes de sol, entrecerré los ojos para ver mejor y lo que vi me pareció digno de un cuadro de Vatópero, escuché la insistencia de la bocina de un motoconcho mandándome a parar, ella venía atrás montada a lo “macho”, me detuve, y se montó, ayy gracias a Dios que lo encontré, le dije que iba por otra ruta (para despacharla rápido) pero me dijo que no importa que ella se queda donde sea, ya la paciencia me estaba colmando la dejé por casa del carajo, di muchísimas vueltas, entré a varios residenciales, me paré en farmacias y la mujer nada de nada. En la noche conté lo sucedido a mi mamá y le dije que no iba a llevar más a esa “Cristiana” que me lleva todo el camino diciendo cómo debo manejar, me contó la historia completita de todo el mundo y en ocasiones traía por los moños comentarios de mi padre para sensibilizarme, sabía que si seguía con el tema de las bolas un día me iba a pasar una vaina, pues así ocurrió; un día salí de reversa para no verla cuando bajara la escalera de su casa, pero que va, le dio un golpecito al cristal de la ventana, la monté por educación, la señora no bien puso las nalgas en el asiento me puso conversación de unos productos que vende, le dije que gracias que no me interesaba, ahh tu que caminas mira este sudador, cuando giré a ver el catálogo en medio de una subida con curva, tannnnn, un carro que venía doblando tomó la curva muy cerrada y choqué. Dije de todo, me parquié a la izquierda y vi mi carro echando humos por el radiador, todo el frente destruido el joven conductor se “hizo responsable”, como pude, enderecé algunas partes mientras iba todo el camino con un ruido y adivinen qué, la señora se quedó en el asiento del pasajero diciendo: Dios mío cuantas gentes loca en la calle, la miré y dije para mi interior, no solo en las calles, a veces de pasajeros en los carros.

1 comentario:

Alexei Tellerias dijo...

Eso es lo riesgoso de querer ofrecer la mano... se te encaraman de una vez! y esos "cristianos" son excelentes en joderte con una sonrisa, atento a fe...