La luz se había ido, mis ojos se abrieron pesadamente, el abanico de techo aun seguía girando, Gato Barbieri “She is Michelle” sonaba en la radio, la cuaja, estirones del cuerpo y zass, la sábanas en el suelo. Como pude busqué mis alpargatas y tomé el camino hacia el baño, abrí la puerta, encendí la luz y mi rostro apareció en el espejo del botiquín, estaba aun dormido, aproveché para hacer una inspección a mi rostro; -noté algunas arrugas nuevas-, las entradas en la frente eran más pronunciadas.
Tomé el cepillo en la mano derecha y la crema dental en la izquierda, Gato Barbieri seguía tocando, el sonido se colaba por el pasillo y hacía blanco en mis oídos. Empecé a cepillar mis dientes, levanté mi cara y me vi en el espejo, haciendo las mismas muecas de siempre, cuando escupí noté que había sangre mezclada con crema dental, tomé agua, hice una gárgara y volví a escupir y nuevamente acompañada por sangre, me revisé los dientes y noté el problema, tenía las encías inflamadas, detuve el cepillado, lave el cepillo, hice otro buche de agua y cuando lo tiré, noté que algunos objetos sólidos chocaron con el porcelanoso lavabo, giraron alrededor del hoyo del sifón y entraron en el. Me pregunté, -que sería-, miré por el hueco y allí veía los objetos, parecían dientes, -esto me sorprendió- llevé mis manos a la boca y sentía la ausencia de piezas, pero, no sentí dolor, me ví al espejo, abrí la boca y en lugar de los incisivos solo tenía cuatro huecos. Miré nuevamente al hoyo y sentía como se desprendía mis ojos de sus cuencas, cayeron al sifón, allí se juntaron con mis dientes, miré desde abajo hacia arriba y vi mi cara, sin dientes y sin ojos mientas en la radio sonaba Jesse Cook con “Gravity” y con ese cadencioso ritmo de guitarra bajaron mis ojos y mis dientes por el desague.
viernes, 28 de marzo de 2008
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