jueves, 27 de marzo de 2008

Soñando Despierto

José estaba conciente de que algo andaba mal, aunque miraba alrededor de la cocina y todo parecía estar en su lugar, la duda razonable le hablaba al oído, -a veces era víctima de la paranoia- pero, su interior, le revelaba la presencia de ese algo. Recorría con sus pequeños ojos el toda el área y nuevamente enfocaba la mesita de desayunar, por instantes su corazón quería salir de su pecho, su respiración se dificultaba, tenía sudoraciones, espasmos. Cada mañana, la misma rutina, con horas exactas, un baño, una ropa tibia y desayuno sano, en la mesa, leche descremada y hojuelas de maíz, -casi siempre procuraba comprar su cereal bajo en azúcar-, por su diabetes, pero, en ocasiones se dejaba dominar por el niño que vivía en él y compraba las cajas que traían juguetitos en su interior, se había vuelto un adicto a la colección y parecía disfrutarlo mucho, sentando sobre sus piernas como un monje Tibetano en el piso de madera de su habitación, recreaba batallas ficticias, liberación de princesas y búsquedas de tesoros; esto le hacía despejarse de todo, olvidarse de los pinchazos en la barriga para inyectarse dosis de insulina, pero, en realidad, esos pequeños personajes lo eran todo para él. Al final de cada juego, colocaba en una mesita de noche todos y cada uno de los juguetitos quienes reposaban mudos, hasta una nueva sección de juego.

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